Remedios de antaño (prefiero la medicina moderna).

¿Usted sabía que en el medioevo se consumía “momia en polvo” como medicamento? Sí, momias egipcias pulverizadas. Pero eso no fue lo peor, dada la escasez del recurso y la alta demanda, apareció el polvo de momia “trucho”.

¿Usted sabía que los enemas tuvieron una época de furor en la cual una persona podía llegar a hacerse tres aplicaciones diarias? ¿Qué a los ahogados les hacían enemas de humo? ¿y que se inventó la enema de electricidad? Claro ejemplo de que a veces es peor el remedio que la enfermedad. Yo paso…

¿Usted sabía que en una época era tan común morir envenenado que los gobernantes y demás personas de poder tomaban menjurjes que según se creía anulaban el efecto de los venenos? Parece que algunos de esos menjurjes fueron tan efectivos que un Rey acosado quiso suicidarse tomando veneno…y como no le hizo efecto, tuvo que recurrir a su espada.

¿Usted sabía que en una época si sufría de hemorragias lo trataban con sangrías? ¿Cómo? Sí, se sangraba a la gente por cualquier dolencia y las personas sin cicatrices eran una suerte de milagro. Luego se produjo un avance, se reemplazó el bisturí por las sanguijuelas, pero se reutilizaban en diferentes pacientes…imagínese. Hasta llegaron a inventar una “sanguijuela mecánica” por la falta de estas criaturas repugnantes.

¿Usted conoce la historia de la quinina, uno de las primeras drogas antipiréticas eficaces?

Y por último, ¿usted sabe del furor de las electroterapias en la medicina? Los decadentes enemas le dejaron paso a los electrodos que, según parece, se aplican a diestra y siniestra en cualquier parte del cuerpo sin distinción.

Bueno, si tal cual me paso a mi, usted ignoraba todo esto, tal vez le interese este libro: Remedios de antaño. Episodios de la historia de la medicina. Su autor es Francisco González Crussi y lo editó Fondo de Cultura Económica en 2012. Se los recomiendo.



Para terminar, después de leer este libro y ver los tratamientos médicos de otras épocas, juro no quejarme nunca más por esperar a los médicos de la obra social que me atiendan a la hora que se les cante.



Pablo Otero


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