De cómo hacer para que los alumnos vean glóbulos blancos

La idea era hacer frotis de sangre normal y de pus para que mis alumnos del profesorado vean células al microscopio. Agarré un alfiler, me cuidé de no desinfectarlo  y…me pinché. Dos días después un punto blanco, calor y dolor en la zona, auguraban el éxito: pus. Hicimos los dos frotis y quedaron muy bonitos; vea usted mismo los resultados.


Figura 1: a) frotis de sangre, la flecha señala un glóbulo blanco rodeado de muchos hematíes. b) frotis de pus. Ambas fotos a 1000X.

En ambos preparados se ven glóbulos rojos, más pequeños y...rojos. Pero en el frotis de sangre normal hay menos glóbulos blancos, esos que se ven color lila con un núcleo violeta más oscuro (vale aclarar que tienen esos colores por haber sido teñidos). Sucede que justamente en las zonas donde hay una infección, los glóbulos blancos acuden, como tropas de un ejército, para atacar y destruir bacterias, virus o lo extraño que haya…y se forma pus. 


Pero esta entrada del blog no tiene que ver conmigo, sino con el pus, el ADN, la biología y la justicia (¿?). Resulta que un tal Friederich Miescher descubrió el ADN en 1880 trabajando en un laboratorio muy particular (ubicado en el ático de un hospital) y con material muy desagradable: vendajes repletos de pus.


Figura 2: Friederich Miescher.

Utilizando estos vendajes, Miescher conseguía muchas células, sobre todo glóbulos blancos, y a partir de sus núcleos aisló una sustancia a la que llamó nucleina; hoy conocida como ADN. Miescher determinó que esta nueva sustancia tenía un alto peso molecular y no poseía azufre pero si fósforo, al revés que las proteínas. Su hallazgo tuvo poca difusión y quedó en el olvido; siguieron dos décadas de pocas noticias sobre la nucleina y su posible composición y estructura.
Miescher murió de tuberculosis a los 51 años y es un olvidado de la ciencia. Pero lo cierto es que él fue quien descubrió el ADN y lo hizo ochenta y cuatro años antes que Watson y Crick lograran dar con la estructura de esta macromolécula.

La próxima vez que escuche que Watson y Crick descubrieron el ADN, sea bueno, haga un tiro para el lado de la justicia y aclare que fue Friederich Miescher. La historia de la ciencia se lo agradecerá.

Pablo Otero.


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